En esta fase la invitación es poder enfocarnos en las áreas de nuestra vida que queremos ayudar a florecer o desarrollar.
¿Tienes alguna plantita que se está asomando y necesita ser nutrida?
A lo mejor tienes un proyecto guardado o a punto de empezar.
O quieres realizar algún cambio, mejorar alguna situación.
Simplemente observa y pregúntate: ¿Estoy lista? Y si no lo estoy:
¿Qué necesito para serlo?
Tal vez después de la práctica, puedes notar cosas que no habías notado o entender algo nuevo…. Es importante sintonizar con este nuevo descubrimiento y no dejarlo pasar.
¡Yo trato de escribir todo!
Pero, si crees que por algún motivo estás atorada, es posible que necesites el apoyo de alguien.
No siempre podemos resolver todo o darnos cuenta de todo.
Los patrones son tan incrustados a veces, que no nos permiten mover nuestra perspectiva.
Entonces, la sacudida, la plática o alguna terapia, ¡pueden ser reveladoras!
Este tipo de yoga no trata solo de posturas.
Nos acerca a una experiencia somática de conexión muy personal y profunda con nuestro cuerpo.
Aquí las asanas (posturas) no son el resultado final: son un medio para llegar de A a B y de B a C, etc. en nuestro mapa interno.
¿Cuáles son las áreas que más te están llamando la atención?
¿Qué partes del cuerpo sientes diferentes, duelen o no funcionan tan bien?
A primera vista quizás no lo veamos, pero hay siempre una conexión entre los aspectos externos de nuestra vida y algún padecimiento somático.
Para mí el cuerpo es como una antena que capta señales de lo que necesito trabajar.
Muévelo un poco y lo verás: fluye, explora, siente, observa.
¿Qué encontraste?
¿Qué sentiste?
¿Cómo te ayudo?
¿Qué más te gustaría trabajar?
Te leo siempre con mucho cariño 🙂
Emma xox